Expectativas Económicas para 2022 para América Latina
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto devastador en América Latina. Con solo el 8.3% de la población mundial, la región ha registrado hasta la fecha 44 millones de casos (una quinta parte de los casos del mundo) y ha sufrido alrededor de 1.5 millones de muertes (aproximadamente el 30% de la cifra mundial). La pandemia también desencadenó una crisis económica cada vez más profunda que provocó que el PIB de la región se contrajera de acuerdo con el FMI en un 6.8% durante 2020 y que la pobreza aumentara del 30.5% en 2019 al 33.7% en 2020.
En un intento por hacer frente a una crisis económica
de esta magnitud, los gobiernos de toda la región implementaron políticas
monetarias y fiscales expansivas. Estos últimos, sin embargo, tuvieron un
precio: la deuda pública aumentó de alrededor del 68% del PIB en 2019 al 77% en
2020.
Afortunadamente, para América Latina, la
disponibilidad de vacunas experimentó una mejora notable en los últimos meses,
lo que ha alegrado las perspectivas económicas a corto plazo de la región y ha
hecho posible una relajación parcial de las restricciones, beneficiando
particularmente al sector servicios. A septiembre de 2021, de acuerdo con
Statista, sesenta y cuatro por ciento de la población latinoamericana ha sido
parcialmente vacunada contra covid-19 (45% ha sido vacunada completamente).
Esta cifra sitúa a la región por encima de África (9%) y Asia (56%), en línea
con Estados Unidos (61%), pero apenas por debajo de la Unión Europea (69%).
En este contexto, y gracias a los altos precios de las
materias primas en el mercado global y a una robusta recuperación económica de
Estados Unidos y China, Deloitte ha mejorado las previsiones económicas de 2021
para América Latina durante el verano de 2021, y ahora espera que el
crecimiento alcance el 6.3% este año, casi revirtiendo la caída del 6.8%
sufrida en 2020.
Sin embargo, el camino hacia un crecimiento económico
sostenido sigue estando plagado de riesgos, tanto en el frente interno como en
el externo. Dentro de la región, la necesidad de consolidación fiscal y ajuste
monetario —para mejorar las cuentas fiscales y hacer frente a la inflación—
pesará sobre las perspectivas económicas. En el escenario global, las economías
desarrolladas probablemente comenzarán a endurecer sus políticas monetarias, lo
que resultará en tasas de interés más altas sobre el crédito. Este cambio en la
política monetaria ejercerá presión sobre las monedas de los mercados
emergentes.
En estas circunstancias, existe una posibilidad real
de que los problemas estructurales subyacentes de la región, como un gran
sector informal, baja productividad y profunda dependencia de los precios de
las materias primas, vuelvan a estar en el centro del debate, considerando que
el sector externo probablemente seguirá siendo menos favorable para América
Latina durante los próximos años. Sin embargo, una excepción para ese argumento
es que los precios más altos de los productos básicos aliviarán parcialmente el
impacto negativo de las políticas económicas restrictivas mundiales.
Con la reapertura de las actividades económicas y los
avances en la vacunación, Deloitte espera que la reactivación de la demanda
mundial persista en 2022. Sin embargo, es probable que el ritmo de recuperación
siga siendo moderado a medida que disminuyan los estímulos económicos y los
efectos de base positivos. En este contexto, la inflación mundial debería
disminuir gradualmente a medida que se ajusten los inventarios mundiales, se
restablezcan las cadenas de suministro mundiales y caigan los precios de los
productos básicos y los bienes intermedios.
En el caso de América Latina, después de una contracción del 6.8% en 2020 y un probable repunte del 6.3% este año (figura 5), Deloitte espera una expansión del PIB del 3% en 2022. Los aumentos en las tasas de interés continuarán, mientras que la política fiscal probablemente se centrará en reducir los déficits fiscales y las deudas públicas, lo que resultará desafiante en un contexto de crecientes demandas sociales.
En el frente interno, dos factores principales podrían
tener un impacto negativo en las perspectivas económicas de la región en 2022 y
más allá. En primer lugar, varios países como Brasil, Chile, Colombia y Costa
Rica celebrarán elecciones presidenciales el próximo año, un factor que ha
demostrado en el pasado ser una fuente de inestabilidad en las economías
latinoamericanas. En segundo lugar, aún está pendiente una transformación más
profunda y holística de la economía de la región, para lograr ganancias de
productividad y un mayor crecimiento a largo plazo. Este proceso será crítico
durante los próximos años, considerando que la región se está moviendo hacia un
entorno económico más complejo.
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